BENEFICIOS DE IMMUNOCAL

viernes, 28 de noviembre de 2008

EL MENÚ DE LA MADRE NATURALEZA

DIETA Y NUTRICIÓN

EL MENÚ DE LA MADRE NATURALEZA

Al formular unos principios dietéticos personales, conviene determinar antes a cuál de los siguientes tipos metabólicos básicos se pertenece: al vegetariano, al carnívoro o al equilibrado. Los tipos vegetariano y carnívoro engloban aproximadamente un 25 por ciento de la población cada uno, mientras que el 50 por ciento restante corresponde a la categoría equilibrada. Estos tipos metabólicos humanos proceden de la prehistoria, de la época en que algunos segmentos de la especie humana pasaron de una dieta a base de frutas y nueces a una dieta de carne.
Los metabolismos vegetarianos son de «oxidación lenta», lo cual quiere decir que queman lentamente los azúcares e hidratos de carbono. Puesto que el cuerpo humano necesita quemar azúcares a fin de obtener la energía suficiente para digerir las carnes y las grasas, a los individuos de oxidación lenta les cuesta quemar azúcar lo bastante de prisa para digerir eficazmente grandes cantidades de carne, huevos, pescado y otras proteínas animales concentradas. Por lo tanto, las grandes dosis de alimentos proteínicos hacen que los individuos del tipo vegetariano se sientan torpes y cansados después de comer. Un modo fácil de averiguar a qué tipo metabólico pertenece cada uno consiste en comerse un gran bistec o un pollo entero y ver qué tal se siente uno luego. Si queda usted «aplastado», mentalmente deprimido y letárgico, es probable que tienda hacia un metabolismo de oxidación lenta, tipo vegetariano, en cuyo caso debería limitar su consumo de proteínas y grasas animales y atenerse a una dieta a base de frutas, verduras e hidratos de carbono. Si tras ingerir una gran cantidad de proteínas animales concentradas se encuentra usted rebosante de fuerzas, vital y mentalmente despejado, es probable que tienda hacia un metabolismo carnívoro de oxidación rápida.
Dado que los metabolismos carnívoros queman los azúcares e hidratos de carbono con gran rapidez, el consumo inmoderado de azúcar o féculas tiende a volverlos excesivamente nerviosos y agitados, debido a la sobre estimulación del sistema nervioso. Los individuos de este tipo obtienen la energía digiriendo grandes cantidades de grasas y proteínas animales, que pasan al hígado para ser convertidas en glucógeno. A continuación, el hígado envía el glucógeno a la corriente sanguínea en forma de glucosa -el único combustible que el cuerpo es capaz de quemar- en dosis medidas y graduales, según las necesidades. Por eso los metabolismos de oxidación rápida necesitan un suministro regular de grasas y proteínas y deben restringir su consumo de azúcares y féculas.
Por fortuna, la mayoría de nosotros posee un metabolismo equilibrado capaz de admitir ambas clases de comida cuando están correctamente combinadas. Aunque nuestro canal digestivo fue originalmente diseñado por la naturaleza para una dieta de frutas y verduras, nuestro sistema digestivo ha evolucionado y es capaz de producir los jugos gástricos necesarios para digerir la carne que pasó a formar parte de la dieta humana hace 50.000 o 100.000 años. Si grandes cantidades de proteínas
animales no le dejan agotado, y si grandes dosis de azúcares y féculas no le hacen sentir nervioso, es probable que tenga usted un metabolismo equilibrado que sólo debe preocuparse de elegir alimentos saludables de ambas categorías y de combinarlos correctamente. En el Tao de la alimentación, empero, éstos constituyen únicamente los primeros pasos para la regulación de la dieta. La temporada y el clima, por ejemplo, también son factores a tener en cuenta, para equilibrar el extremado frío exterior del invierno con el calor interior de los alimentos Yang, mientras que el calor del verano se compensa mediante alimentos Yin refrescantes, los climas secos con alimentos «húmedos», etc. El consumo de alimentos que no estén en armonía con el clima y la estación puede dar lugar a toda clase de problemas, tales como erupciones cutáneas, estreñimiento, gases, fatiga y halitosis.
Los taoístas tienden a elegir los productos locales, porque es mucho más probable que sean frescos y rebosen con la vitalidad de su propio Qi. Hoy en día, la moderna industria alimentaria y los transportes de alta velocidad permiten comer naranjas de Florida en Alaska, gambas congeladas en mitad del desierto y todo tipo de «comida basura» procesada y envasada en cualquier lugar del planeta, a cualquier hora del día o de la noche. En consecuencia, las dietas modernas están completamente desacompasadas con las condiciones naturales de geografía, estación y las fuerzas cósmicas invisibles.
Los taoístas también procuran ingerir alimentos que presenten una afinidad natural con sus órganos más débiles y con los correspondientes sistemas de energía. Los regímenes taoístas tratan de fortalecer los cuatro principales aparatos del organismo: el digestivo, el excretor, el respiratorio y el circulatorio.
Cuando estos cuatro sistemas funcionales están correctamente alimentados, armonizados y sanos, la salud y la vitalidad de todo el organismo están garantizadas.
Uno de los principales objetivos de las dietas taoístas es el de aumentar la potencia sexual mediante la estimulación de las glándulas sexuales y el fortalecimiento de los órganos sexuales. El fin último no es el de incrementar el placer sexual -aunque ello represente un indudable beneficio adicional- sino más bien el de aumentar las reservas de hormonas, semen y otras formas de «esencia vital» necesarias para optimizar la vitalidad y la resistencia a las enfermedades. La esencia sexual constituye nuestra mayor fuente interna de Qi, y la potencia sexual es un importante indicador de una buena salud.
Puesto que la carne suele entrar en gran cantidad en las dietas occidentales, no estarán de más unas cuantas indicaciones taoístas respecto al consumo de la misma. El gran médico Sun Ssu-mo, de la época Tang, y otros dietistas taoístas han advertido siempre contra los efectos nocivos que a la larga conlleva el comer grandes cantidades de carne de animales domésticos, como el buey y el cerdo. La única carne doméstica que consideraban saludable e inofensiva para el organismo humano era la de perro, y eso únicamente por su poderoso efecto calorífico durante el intenso frío de mediados del invierno. El motivo de que los animales domésticos sean tan poco recomendables para el consumo humo radica en que sus propias dietas se componen principalmente de sobras de cocina, basura y paja seca. En la actualidad, la situación es aún peor, debido a todas las hormonas sintéticas, antibióticos y demás drogas que se añaden rutinariamente al pienso del ganado.
Los taoístas han recomendado siempre la caza silvestre como el tipo de carne más beneficioso para el consumo humano. El venado es especialmente bueno, sobre todo porque los ciervos se alimentan de toda clase de hojas, bayas, cortezas, nueces silvestres y otros vegetales que entran en la farmacopea china por sus propiedades curativas. Los beneficios de la dieta de un ciervo salvaje se transmiten naturalmente a quien ingiere su carne, del mismo modo que todos los productos químicos y medicamentos que hoy en día se inyectan al ganado pasan también a su propio organismo cuando consume usted una hamburguesa o un pollo frito.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que incluso la más fresca carne de caza silvestre proporciona muy escasos beneficios nutritivos cuando se la cuece «a muerte». Cualquier carne apta para el consumo humano debería ser comida lo menos cocida posible, a poder ser cruda o, al menos, parcialmente cruda.
El steak tartare y el carpaccio son buenos ejemplos de platos de carne cruda, deliciosos y al mismo tiempo rebosantes de sus propias enzimas naturales. El sashimi japonés (pescado crudo) es todavía mejor; en realidad, el sashimi es probablemente la fuente de proteínas animales más nutritiva, rica en enzimas y naturalmente digerible de todo el menú de la Madre Naturaleza, hecho que se refleja en la longevidad del pueblo japonés. Los taoístas recomiendan siempre el pescado procedente de ríos y mares antes que el pescado doméstico criado en piscifactorías a base de «comida para peces».
El mismo principio se aplica también al pollo. Aún hoy, los médicos chinos siguen recomendando a sus pacientes que consuman únicamente pollos tu ji («pollos de tierra») y eviten los yang ji («pollos cultivados »). Los pollos de tierra son aquellos que vagan libremente por campos y bosques buscándose ellos mismos la comida, en vez de alimentarse con las dietas artificiales y desnaturalizadas de las granjas avícolas.
Para evitar la putrefacción, facilitar la digestión y favorecer una rápida eliminación de los desechos, todas las comidas cuyo principal componente sean las carnes cocidas deberían complementarse con una dosis de enzimas proteolíticas activas, que hoy en día se encuentran fácilmente en los establecimientos de comida naturista y de régimen.
Para favorecer los principios digestivos naturales, en vez de entorpecerlos, basta con observar las siguientes indicaciones dietéticas básicas:
• Coma con moderación y disfrutará de una vida larga y saludable. La medida taoísta básica consiste en comer hasta sentirse lleno en un 70 u 80 por ciento. La Madre Naturaleza castiga invariablemente a los glotones con toda suerte de desgracias. El cuerpo humano es sencilla- mente incapaz de aprovechar las enormes cantidades y complejas combinaciones de comida con que el hombre civilizado y sedentario tiende a atiborrarse cada día.
• Mastique bien la comida antes de ingerirla. Esto se aplica sobre todo a los hidratos de carbono, que necesitan ser previamente digeridos por la ptialina, una enzima alcalina que se encuentra en la saliva. El consejo de Gandhi a este respecto tiene ecos de sabiduría taoísta: «Bebe tu comida y mastica tus bebidas», lo cual quiere decir que los alimentos sólidos deben masticarse hasta que adquieran una consistencia líquida antes de ser tragados, mientras que los líquidos deben ser ingeridos tan lentamente como los alimentos sólidos.
• Evite los alimentos y bebidas cuya temperatura sea extremadamente fría o caliente. Una sopa excesivamente caliente, por ejemplo, irrita la delicada mucosa del paladar y del esófago, lo cual perjudica la salivación y la peristalsis. Uno de los peores crímenes digestivos es el de beber durante las comidas agua con hielo u otros líquidos helados. Tales bebidas frías, al llegar a un estómago lleno de comida, provocan el cierre por contracción de los minúsculos conductos que secretan los jugos gástricos, con lo que interrumpen la digestión y desencadenan la putrefacción y la fermentación del bolo alimenticio. Cuando la temperatura del estómago se normaliza de nuevo, ya es demasiado tarde para iniciar una digestión correcta. De hecho, cualquier bebida que se ingiera en grandes cantidades junto con la comida diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión.
El vino y la cerveza, empero, constituyen excepciones a esta regla, porque son bebidas fermentadas (es decir, predigeridas) que, al ser tomadas en cantidad moderada, contribuyen a facilitar la digestión.
Incluso la Biblia aconseja «tomar un poco de vino por el bien del estómago».


Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
“Lo más importante de la curación consiste en querer ser curado”. (Séneca)“La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan”. (Henri Becque)
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jueves, 27 de noviembre de 2008

LA DEGENERACIÓN DIETÉTICA HUMANA

DIETA Y NUTRICIÓN

LA DEGENERACIÓN DIETÉTICA HUMANA


El hombre moderno se enorgullece de su «evolución» desde hombre de las cavernas a viajero del espacio, y contempla desdeñosamente su pasado primitivo. En lo que atañe a la dieta, empero, la especie humana ha experimentado una marcada «des-evolución» o degeneración de sus hábitos alimentarios, una degeneración instigada por el tan cacareado advenimiento de la civilización, acontecimiento que ha creado una separación permanente entre el hombre y la naturaleza.
Durante millones de años, antes de la minúscula gota en el océano del tiempo que denominamos «historia», los humanos y otros primates se nutrían exclusivamente a base de alimentos burdos y fibrosos que tomaban de la naturaleza y consumían crudos. En todo el reino de la naturaleza, los animales que se sustentan con dietas que contienen una elevada proporción de masa fibrosa indigerible y baja concentración de proteínas han desarrollado canales digestivos relativamente largos, en tanto que los carnívoros, como tigres y leones, poseen un canal digestivo corto. El aparato digestivo humano, que se extiende entre la boca y el ano a lo largo de más de 12 sinuosos metros, es uno de los más largos que existen en relación al peso corporal.
La degeneración dietética humana empeoró considerablemente cuando el hombre se convirtió en cazador de animales y adoptó la carne como alimento principal. Esto sucedió principalmente en el hemisferio norte, donde la carne era la única fuente de alimentación asequible en invierno. Las poblaciones humanas que se pasaron a la carne desarrollaron jugos digestivos y metabolismos capaces de extraer nutrientes de las grasas y proteínas animales, aunque sus canales digestivos permanecieron fijados para siempre en el molde vegetariano. Este cambio evolutivo dio origen a los dos tipos básicos de metabolismo humano que existen hoy; uno preparado para una voluminosa dieta de frutas y verduras frescas, el otro para una dieta de carne desprovista de fibras.
El comienzo de la agricultura marcó el último paso en la degeneración dietética del ser humano. Cuando los cereales se convirtieron en la base de su alimentación, se introdujo un elemento nuevo en el sistema digestivo humano, un elemento que la naturaleza no había destinado a servir de alimento al hombre: las féculas. El hecho de que los cereales sean el único componente de la dieta humana que no puede ser
comido ni digerido en estado crudo es prueba suficiente de que no estaban previstos para el consumo humano. Los cereales se convirtieron en la primera «comida preparada» del mundo.
Todas las pruebas tienden a indicar que el hombre precivilizado se abstenía de comer cereales. Al parecer, los humanos comenzaron a recolectar y luego a cultivar cereales no para comerlos, sino para alimentar a sus animales domésticos y preparar cerveza. El hombre sólo recurrió a los cereales para su sustento cuando el aumento de la población hizo que las plantas silvestres y los animales resultaran insuficientes para alimentar a la especie.
Los cereales han constituido la base de la dieta humana desde hace sólo 6.000 o 7.000 años, y por eso los sabios taoístas de la antigua China los consideraban como una adición relativamente reciente a la dieta humana, con efectos perjudiciales para la salud y la longevidad. En la antigua literatura taoísta sobre salud y longevidad aparece una y otra vez la expresión bi gu («evitar los cereales»). Esto coincide plenamente con los descubrimientos de estudiosos contemporáneos de la nutrición tan destacados como Arnold Ehret, el Dr. Herbert Sheldon, el Marsh Morrison, el Dr. Norman Walker y V. E. Irons, cuyas teorías examinaremos luego más detenidamente. El hecho de que durante los últimos milenios la dieta tradicional china se haya basado en los cereales en un 80 o 90 por ciento refleja únicamente las exigencias de la superpoblación. Los taoístas que «evitan los cereales» disfrutan de vidas más largas y saludables que el pueblo en general, pero al menos la dieta tradicional china combina los cereales mucho más armoniosamente que las dietas occidentales modernas.
A causa de la degeneración dietética provocada por la civilización la dieta humana actual -sobre todo en el mundo occidental- se com. pone principalmente de alimentos refinados, desnaturalizados y excesivamente cocidos, indiscriminadamente combinados entre sí. Algunas de las consecuencias que ha de padecer la gente por haber eliminado los alimentos fibrosos de su dieta y dedicarse en cambio a las proteínas animales concentradas y a las féculas refinadas las describe a continuación el Dr. Robert Jackson:
La eliminación de esta sustancia de desecho (la fibra) elimina también de nuestros alimentos el estímulo natural para la actividad muscular de la pared intestinal... Esto conlleva una disminución en la velocidad del flujo intestinal. La menor velocidad del flujo intestinal conlleva a su vez la descomposición de las proteínas y una fermentación muy superior a la que correspondería normalmente para los hidratos de carbono; la primera tiene como consecuencia la producción de toxinas muy activas, y la segunda, de sustancias irritantes para la pared intestinal... Así se crea un círculo vicioso, que conduce a un estado de intoxicación crónica del cuerpo desde el aparato digestivo, pues la menor velocidad con que circulan los alimentos en el organismo no sólo provoca fermentación y descomposición, sino que también deja más tiempo para que la sangre absorba las toxinas así producidas.
Hace cosa de diez años se realizó un interesante estudio para comparar la actividad intestinal cotidiana de los naturales de la India y de los Estados Unidos. Los resultados dejaron atónitos a los investigada res: aunque el norteamericano medio consumía a diario más del triple de calorías que el indio medio, este último producía cada día heces fecales que pesaban más del doble que el promedio norteamericano. 1.a dieta de la India, basada principalmente en verduras y cereales integrales, proporciona una elevada cantidad de masa fibrosa que empuja los desechos por el canal intestinal, mientras que la típica dieta norteamericana, rica en calorías procesadas y pobre en fibra natural, avanza por el canal digestivo con tanta lentitud que gran parte de la comida se descompone y fermenta en vez de ser digerida, y los resultantes desechos tóxicos se retienen durante días en incluso semanas, conduciendo a un estado de toxemia crónica (una forma de autointoxicación de la sangre causada por la constante presencia de toxinas en el estómago, colon, hígado y otros órganos). Tal estado es el responsable de numerosas enfermedades que rara vez se dan en las sociedades primitivas, tales como artritis, estreñimiento, gastritis, fatiga, infertilidad, impotencia y falta de defensas contra las enfermedades
infecciosas.
V. E. Irons, especialista del colon y muy experimentado en ayunos, describe el moderno desastre dietético norteamericano en los siguientes términos:
En muchos casos, los alimentos permanecen en el interior del cuerpo durante meses e incluso años.
Estos alimentos se pudren y descomponen, y se incrustan en los pliegues y rendijas del colon... En la mayoría de la gente, el colon, en lugar de ser un sistema de alcantarillado rápido y eficaz, se ha convertido en un pozo negro estancado.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
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miércoles, 26 de noviembre de 2008

.: TROFOLOGÍA: LA CIENCIA DE COMBINAR LOS ALIMENTOS

LA DIETA Y LA NUTRICIÓN

.: TROFOLOGÍA: LA CIENCIA DE COMBINAR LOS ALIMENTOS

En comparación con el concepto taoísta de equilibrio, la idea occidental de una «dieta equilibrada» resulta simplista y superficial. Los médicos occidentales recomiendan a todo el mundo que «tome un poco de todo en cada comida», mezclando elementos tan dispares como la carne, la leche, féculas, grasas y azúcar. Un consumo de comida tan indiscriminado no es muy distinto a llenar el depósito de un automóvil con una combinación de gasolina, gasoil, alcohol y azúcar. Una mezcla así no podrá arder eficazmente, proporcionará poca potencia y no tardará en atascar el motor a tal punto que le será imposible seguir funcionando. La recomendación que aparece citada al comienzo de este capítulo, extraída de un libro ofrecido al emperador que fundó la dinastía Ming con ocasión del centésimo aniversario del autor, refleja claramente el hecho de que los antiguos chinos eran muy conscientes de la importancia de una correcta combinación de los alimentos. Esta sabiduría también la poseyó en otro tiempo Occidente, como lo demuestra la estricta norma mosaica de que nunca se debe consumir carne y leche en la misma comida.
En nuestro idioma, el Yin/Yang de la dieta se conoce como «trofología», una palabra que probablemente ni usted ni su médico han oído hasta ahora. La enseñanza de la medicina en Occidente, sobre todo en los Estados Unidos, deja mucho que desear en cuestión de nutrición, si bien actualmente existen en América y en Europa unos cuantos científicos nutricionales que, a pesar del desdén de sus colegas de la clase médica, están realizando grandes adelantos en la ciencia de la trofología.
El equivalente científico occidental del equilibrio Yin/yang en las combinaciones de alimentos es algo que todos aprendimos en la escuela en las clases de química elemental: el equilibrio ácido/básico, o «pH».
Todos sabemos que, si añadimos una medida de ácido a una medida igual de álcali, la solución química resultante es tan neutra como el agua corriente. De ahí la idea de tomar bicarbonato (una sustancia muy alcalina) para aliviar la «acidez» de estómago.
Está científicamente comprobado por la medicina occidental que para iniciar la buena digestión de cualquier proteína animal concentrada, el estómago debe secretar pepsina. Pero también está demostrado que la pepsina sólo puede actuar en un medio sumamente ácido, que debe mantenerse durante varias horas hasta la completa digestión de las proteínas. Otro hecho igualmente comprobado por la ciencia es que, cuando masticamos un pedazo de pan, de patata o de cualquier otro hidrato de carbono/fécula, las glándulas salivales segregan de inmediato ptialina y otros jugos alcalinos. Después de tragada, la fécula alcalinizada necesita hallar en el estómago un medio alcalino para acabar de ser digerida por completo.
Todo el mundo puede comprender lo que ocurre, pues, cuando se ingieren simultáneamente féculas y proteínas. El estómago, en respuesta a la presencia de las proteínas y las féculas, segrega al mismo tiempo jugos ácidos y alcalinos que se neutralizan entre sí y dejan una solución acuosa incapaz de digerir correctamente ni una cosa ni otra. Lo que sucede a continuación es que las proteínas se pudren y las féculas fermentan, debido a la constante presencia de bacterias en el canal digestivo.
La putrefacción y la fermentación son las causas principales de todo tipo de problemas digestivos, como gases, ardor, hinchazón, estreñimiento, heces fétidas, hemorroides sangrantes, colitis y demás. Muchas de las llamadas «alergias» son también consecuencia directa de la mala combinación de los alimentos:
La corriente sanguínea absorbe toxinas de la masa fermentada y putrefacta que llena los intestinos, y estas toxinas a su vez provocan erupciones, urticaria, dolores de cabeza, náuseas y otros de los síntomas que habitualmente se catalogan como «alergias». Los mismos alimentos capaces de desencadenar una reacción alérgica cuando están incorrectamente combinados muchas veces no producen ningún efecto nocivo cuando se consumen de acuerdo con las leyes de la trofología. La cuestión se reduce a lo siguiente: cuando inmoviliza su estómago y perturba sus funciones digestivas con el consumo de alimentos indiscriminadamente combinados, las bacterias del canal digestivo se dan una fiesta. Aprovechan todos los nutrientes y se multiplican, mientras usted se queda con los desechos y padece.
Según un reciente estudio llevado a cano en los Estados Unidos, el varón norteamericano medio de hoy lleva en sus intestinos más de dos kilos de carne roja en putrefacción y sin digerir. Deje un par de kilos de carne en un lugar húmedo, caliente y oscuro durante unos cuantos días c compruebe luego usted mismo los resultados de la putrefacción. El estado gravemente séptico del tracto intestinal humano constituye un caso único en la naturaleza, y aun así los médicos occidentales lo toman como normal e incluso insisten en que resulta inofensivo para el resto del organismo.
La realidad es otra. A fin de protegerse de la irritación tóxica crónica causada por las comidas mal combinadas, el colon segrega grandes cantidades de mucosidad para envolver las partículas tóxicas antes de que dañen su sensible mucosa. Cuando esto sucede en todas las comidas, todos los días, todas las semanas del año -como es lo habitual en las modernas dietas occidentales- el colon termina segregando un flujo constante de moco, que se acumula y se incrusta en los pliegues del colon. Esto produce una reducción de la luz del colon y un constante filtrado de toxinas al torrente sanguíneo, por ósmosis. Cuando la incrustación de mucosidades tóxicas en el colon alcanza una presión crítica, produce una bolsa que se hincha como un globo hacia el exterior, provocando lo que se llama una diverticulosis.
La colitis y el cáncer son las siguientes etapas de deterioro del colon debido a estas condiciones.
Tras haber establecido una correspondencia entre el Tao de la alimentación y la terminología científica occidental, pasemos ahora a examinar con detalle el aspecto práctico de la trofología mediante algunos ejemplos concretos de combinación de alimentos.
Las combinaciones enumeradas a continuación incluyen la mayor parte de los «CRÍMENES CULINARIOS» contra la ley de la naturaleza que se cometen a diario en todo el mundo. Esta lista se basa fundamentalmente en los trabajos del Dr. Herbert M. Shelton, uno de los más distinguidos terapeutas nutricionales de los Estados Unidos y autor de la «Biblia» de las combinaciones culinarias correctas, Food Combining Made Easy:

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
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• PROTEÍNA Y FÉCULA:

• PROTEÍNA Y FÉCULA:

Es la peor combinación de alimentos que se puede dar en una misma comida, y aun así constituye el plato fuerte de las modernas dietas occidentales: carne con puré, hamburguesa con patatas fritas, huevos con pan, etc. Cuando se consume una proteína y una fécula al mismo tiempo, la enzima alcalina ptialina se mezcla con la comida al mascarla en la boca. Cuando la comida masticada llega al estómago, prosigue la digestión de la fécula con otras enzimas alcalinas, lo cual impide que la proteína sea digerida por la pepsina y otros jugos ácidos. Esto permite que las bacterias siempre presentes en el estómago ataquen la proteína, con lo que se desencadena la putrefacción. Los nutrientes de la comida proteínica se vuelven casi inaprovechables para usted y producen desechos tóxicos y gases fétidos, en los que se encuentran venenos como el indol, el escatol, el fenol, el sulfuro de hidrógeno, el ácido fenilpropiónico y otros.
En tal caso, cabe preguntarse, ¿cómo es que el estómago no tiene ningún problema para digerir aquellos alimentos que por naturaleza contienen proteína y almidón, como los cereales integrales?
Como señala el Dr. Shelton, «existe una gran diferencia entre la digestión de un alimento, por compleja que sea su composición, y la digestión de una mezcla de alimentos distintos. Ante un alimento simple que contenga una combinación de proteína y fécula, el cuerpo puede regular fácilmente sus secreciones, tanto en potencia como en sincronización, a las exigencias digestivas del alimento. Pero cuando se consumen dos alimentos con exigencias digestivas distintas, incluso contradictorias, esta precisa regulación de las secreciones resulta imposible».

NORMA:
Consuma las proteínas concentradas, como carne, pescado, huevos o queso, separadamente de las féculas concentradas como el pan, las patatas y el arroz. Por ejemplo, coma tostada o huevos para desayunar, la hamburguesa o el panecillo para almorzar, carne o patatas para cenar.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
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• PROTEÍNA Y PROTEÍNA:

• PROTEÍNA Y PROTEÍNA:

Las proteínas distintas presentan distintas exigencias digestivas. Por ejemplo, la mayor acción enzimática sobre la leche se produce durante la última hora de la digestión, mientras que en la carne se produce durante la primera hora y en los huevos hacia la mitad de la digestión.
Resulta instructivo recordar la antigua ley dietética que Moisés impuso a su pueblo, prohibiendo el consumo simultáneo de leche y carne.
Dos carnes parecidas, como el buey y el cordero, o dos clases de pescado como el salmón y las gambas, no son de naturaleza lo bastante dispar como para provocar un conflicto digestivo en el estómago y pueden, por tanto, ser consumidas al mismo tiempo.

NORMA:
Consuma únicamente una clase principal de proteína en cada comida. Evite
combinaciones como carne y huevos, carne y leche, pescado y queso. Asegúrese de que asimila todos los aminoácidos imprescindibles variando el tipo de proteína concentrada que consume en cada comida.

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• FÉCULA Y ÁCIDO:

• FÉCULA Y ÁCIDO:

Cualquier alimento ácido consumido al mismo tiempo que una fécula o almidón interrumpe la secreción de ptialina, dato bioquímico en el que todos los médicos están de acuerdo.
Por lo tanto, si come usted naranjas, limones u otras frutas ácidas -o ácidos como el vinagre- junto con una fécula, no habrá ptialina en la boca para iniciar la primera fase de la digestión de la fécula.
En consecuencia, la fécula llega al estómago sin los jugos alcalinos imprescindibles para una correcta digestión, y se produce la fermentación bacteriana para inhibir por completo la digestión salival de las féculas en la boca basta con una sola cucharadita de vinagre, o su equivalente en otros ácidos.
NORMA:
Consuma ácidos y féculas en comidas separadas. Por ejemplo, si come tostada o cereales para desayunar, prescinda del zumo de naranja (igual que de los huevos). Si va a tomar una comida compuesta básicamente de féculas (arroz o cualquier clase de pasta), prescinda del vinagre y de todas las proteínas concentradas.

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• PROTEÍNA Y ÁCIDO:

• PROTEÍNA Y ÁCIDO:
Puesto que la correcta digestión de las proteínas exige un medio ácido, sería lógico suponer que los alimentos ácidos facilitan la digestión de las proteínas; sin embargo, no es éste el caso. Cuando los alimentos ácidos llegan al estómago, inhiben la secreción de ácido clorhídrico, y la pepsina (enzima que digiere las proteínas) solamente puede actuar en presencia de ácido clorhídrico, no de cualquier ácido. Por lo tanto, el zumo de naranja inhibe la correcta digestión de los huevos, y un vinagre fuerte en la ensalada inhibe la digestión del bistec.
NORMA:
Evite combinar ácidos y proteínas concentradas en la misma comida.

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PROTEÍNA Y GRASA:

• PROTEÍNA Y GRASA:

En la Physiology in Modern Medicine, de McLeod, encontramos una afirmación compartida por todos los médicos: «Se ha demostrado que la grasa ejerce una clara influencia inhibidora sobre la secreción de jugos gástricos». Durante las dos o tres horas siguientes a la ingestión de grasa, la concentración de pepsina y ácido clorhídrico en el estómago se ve considerablemente reducida. Esto retrasa la digestión de cualquier proteína que se haya ingerido junto con la grasa, permitiendo que las bacterias inicien la putrefacción de la proteína. Por eso las carnes grasosas como el tocino, los bistecs con grasa o las carnes magras fritas en grasa resultan tan pesadas en el estómago durante varias horas después de haberlas comido.

NORMA:
Consuma las grasas y las proteínas concentradas en distintas comidas. Cuando no pueda evitar mezclarlas, acompáñelas de abundantes verduras crudas para facilitar su digestión y su paso por los intestinos.

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• PROTEÍNA Y AZÚCAR:

• PROTEÍNA Y AZÚCAR:

Todos los azúcares sin excepción inhiben la secreción estomacal de jugos gástricos. Esto se debe a que los azúcares no se digieren en la boca ni en el estómago, sino que pasan directamente al intestino delgado para su digestión y asimilación. Cuando se consumen en combinación con alguna proteína, como un pastel después de Un bistec, no sólo inhiben la digestión de las proteínas al inhibir la secreción de jugos gástricos, sino que los propios azúcares quedan atrapados en el estómago en lugar de pasar rápidamente al intestino del gado, y esta demora permite que las bacterias fermenten el azúcar liberando toxinas y gases nocivos que aún perjudican más la digestión.
NORMA:
Evite el consumo de azúcares y proteínas en la misma comida.

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• FÉCULA Y AZÚCAR:

• FÉCULA Y AZÚCAR:

Se ha demostrado que, cuando el azúcar llega a la boca acompañado de una fécula, la saliva segregada durante la masticación no contiene ptialina, lo cual sabotea la digestión de la fécula antes de que alcance el estómago. Además, esta combinación impide que el azúcar pase más allá del estómago hasta que termina la digestión de la fécula, provocando así fermentación. Los subproductos de la fermentación del azúcar son ácidos, cosa que aún inhibe más la di- gestión de las féculas, que necesitan un medio alcalino. El pan (fécula) con mantequilla (grasa) es una combinación perfectamente compatible, pero cuando se le añade una cucharada de miel o mermelada se están introduciendo azúcares en la mezcla, y eso perjudica la digestión de la fécula contenida en el pan. El mismo principio se aplica a los cereales del desayuno endulzados con azúcar, a los pasteles muy azucarados, las tartas dulces y demás.

NORMA:
Consuma féculas y azúcares por separado.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
“Lo más importante de la curación consiste en querer ser curado”. (Séneca)
“La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan”. (Henri Becque)
Escríbenos:
exisalud@gmail.com

MELONES:

MELONES:
El melón es un alimento tan apropiado para el consumo humano que no requiere ninguna digestión en el estómago, sino que pasa rápidamente por el estómago hacia el intestino delgado, donde es digerido y asimilado. Pero esto únicamente puede suceder cuando el estómago está vacío y el melón se consume solo o acompañado exclusivamente por otras frutas crudas. Cuando se consume junto como después de otros alimentos que exigen una compleja digestión estomacal, el melón no puede pasar al intestino delgado hasta después de terminada la digestión de los otros alimentos. Eso hace que quede retenido, fermente rápidamente y produzca toda clase de molestias gástricas.
NORMA:
Coma el melón solo o no lo coma.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
“Lo más importante de la curación consiste en querer ser curado”. (Séneca)
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• LECHE:

• LECHE:

Llegamos ahora a una de las cuestiones más polémicas y peor comprendidas de toda la dieta occidental Los orientales y los africanos evitan tradicionalmente el consumo de leche, excepto como purgante. Pero en el mundo occidental, la gente se acostumbra a tomar leche a diario durante toda su vida.
Si observamos la naturaleza, veremos que los animales se alimentan exclusivamente de leche hasta ser destetados con otros alimentos. La desaparición natural de la lactasa (la enzima que permite digerir la leche) del organismo humano a la llegada de la madurez demuestra claramente que los humanos adultos no tienen más necesidad de leche que los tigres o los chimpancés adultos.
Aunque la leche es un alimento proteínico completo cuando se consume al natural, también contiene grasa, lo cual quiere decir que combina mal con cualquier otro alimento salvo ella misma. Sin embargo, muchos adultos tienen la costumbre de acompañar sus comidas con leche fría. La leche se cuaja nada más llegar al estómago, de modo que, si hay otro alimento presente, los grumos se coagulan en torno a las partículas de comida y las aíslan de la acción de los jugos gástricos, retrasando su digestión el tiempo suficiente para que comience la putrefacción. Por consiguiente, la primera y más importante norma a tener en cuenta sobre el consumo de leche es: «Bébala sola o no la beba».
Hoy en día, la leche se vuelve todavía más indigerible a causa de la práctica generalizada de la pasteurización, que destruye todas las enzimas naturales y altera sus delicadas proteínas. La leche al natural contiene las enzimas activas lactasa y lipasa, que hacen posible que se digiera por sí misma. La leche pasteurizada, desprovista de lactasa y demás enzimas activas, no puede ser correctamente digerida por los estómagos adultos, e incluso resulta difícil para los niños, como lo demuestran los cólicos, erupciones, problemas respiratorios, gases y demás afecciones tan frecuentes en los bebés alimentados con biberón. Además, la ausencia de enzimas y la alteración de las proteínas vitales hace que el calcio y los restantes minerales contenidos en la leche no sean bien asimilados.
Hacia 1930, el Dr. Francis M. Pottenger realizó un estudio de 10 años de duración sobre los efectos relativos de una dieta de leche pasteurizada y otra al natural en una población de 900 gatos. Uno de los grupos no recibía nada más que leche entera al natural, mientras que el otro era alimentado exclusivamente con leche entera pasteurizada de la misma procedencia. Los gatos alimentados con
leche natural evolucionaron bien, manteniéndose sanos, activos y alerta durante toda su vida, pero los alimentados con leche pasteurizada pronto se volvieron inquietos, confusos y sumamente vulnerables a un gran número de enfermedades degenerativas crónicas que normalmente se relacionan con el ser humano: enfermedades cardíacas, afecciones renales y tiroideas, problemas respiratorios, pérdida de dientes, fragilidad ósea, inflamación hepática, etc. Pero lo que más llamó la atención al Dr. Pottenger fue lo que les sucedía a la segunda y tercera generaciones. Los primeros descendientes del grupo de la leche pasteurizada nacieron todos con mala dentadura y huesos pequeños y débiles, síntomas evidentes de una deficiencia de calcio que indicaban a su vez una mala absorción del calcio de la leche pasteurizada. Los descendientes del grupo de la leche al natural nacieron tan sanos como sus progenitores. Muchos de los gatitos de la tercera generación del grupo pasteurizado nacieron muertos, y los que sobrevivieron eran todos estériles e incapaces de reproducirse. El experimento debió terminar ahí porque no hubo una cuarta generación de gatos alimentados con leche pasteurizada, aunque el grupo de la leche al natural siguió reproduciéndose y criando indefinidamente. Si esto no le parece prueba suficiente de los efectos nocivos de la leche pasteurizada, tenga en cuenta que incluso los terneros recién nacidos que son alimentados con leche pasteurizada obtenida de sus propias madres suelen morir antes de seis meses, un hecho comprobado que la industria lechera comercial se resiste a reconocer.
A pesar de todas estas pruebas científicas a favor de la leche al natural y contra la leche pasteurizada, y a pesar del hecho de que hasta comienzos del siglo XX la especie humana medró con la leche al natural, en la actualidad está prohibida la venta de leche natural al consumidor en casi todos los estados norteamericanos. Para la industria lechera resulta mucho más rentable pasteurizar la leche a fin de alargar su tiempo de vida en el comercio, aunque esta leche desnaturalizada no haga ningún bien en absoluto a la salud humana. Además, la pasteurización hace que la leche de las vacas enfermas en vaquerías poco sanitarias resulte relativamente «inofensiva» para el hombre, ya que mata algunos de los gérmenes peligrosos -aunque no todos-, y esto también contribuye a abaratar los costes de producción de la industria.
Sólo hicieron falta tres generaciones para que los gatos del Dr. Pottenger alimentados con leche pasteurizada se volvieran estériles y debilitados. Y éste es el número aproximado de generaciones que europeos y norteamericanos llevan alimentándose con leche pasteurizada. Hoy en día, la esterilidad se ha convertido en un problema de importancia entre las jóvenes parejas norteamericanas, mientras que la deficiencia de calcio se ha extendido tanto que más del 90 por ciento de los niños norteamericanos padecen de afecciones dentales crónicas. Para empeorar aún más la situación, actualmente se ha impuesto la costumbre de «homogeneizar» la leche con el fin de evitar que se separe la nata. La homogeneización consiste en fragmentar y pulverizar las moléculas grasas hasta el punto de que no puedan separarse del resto de la leche. Pero los minúsculos fragmentos de grasa así obtenidos se filtran con facilidad a través de las paredes del intestino delgado y aumentan considerablemente la cantidad de colesterol y grasas desnaturalizadas absorbidas por el cuerpo. En realidad, se absorbe más grasa láctea bebiendo leche homogeneizada que consumiendo nata pura.
Las mujeres preocupadas por la osteoporosis deberían tomar buena nota de todos estos datos sobre los productos lácteos pasteurizados: esta leche desnaturalizada no aporta el calcio suficiente para combatir la citada enfermedad, como queda plenamente demostrado por el hecho de que las mujeres norteamericanas, que consumen grandes cantidades de diversos productos lácteos pasteurizados, presentan una mayor incidencia de osteoporosis que las de cualquier otro país del mundo. La col cruda, por ejemplo, proporciona muchísimo más calcio asimilable que cualquier cantidad de leche pasteurizada o sus derivados, como yogures, quesos y todos los demás productos lácteos desnaturalizados.
Recientes estudios realizados en el Centro de Investigaciones Humanas de Grand Forks, en Dakota del Norte (EE.UU.), indican que el elemento boro es también un factor esencial para la absorción del calcio de los alimentos y para su utilización por el cuerpo en la formación de los huesos. Aún más digno de mención, el nivel de estrógenos en la sangre de mujeres que recibían cantidades adecuadas de boro ascendió a más del doble, eliminando la necesidad de una terapia de administración de estrógenos, que es un «parche» habitual contra la osteoporosis en los países de Occidente. ¿Y dónde se encuentra el boro? En las frutas y verduras frescas, sobre todo en manzanas, peras, uva, nueces, col y otras verduras de hoja, donde también encontramos calcio. La naturaleza nos proporciona abundantes fuentes de todas las sustancias nutrientes que necesitamos, pero el ser humano insiste en cocerlas y elaborarlas hasta eliminarlas todas, y luego se pregunta por qué no da resultado su dieta.
Todos los adultos deberían reflexionar seriamente sobre la conveniencia de la leche como parte integrante de su dieta cotidiana, salvo en el caso de que puedan obtener leche al natural certificada, que constituye un excelente alimento. Atiborrar a los niños con leche pasteurizada para que crezcan «fuertes y sanos» es pura aberración, porque les resulta imposible asimilar los nutrientes. De hecho, hombres,
mujeres y niños por igual deberían eliminar de su dieta todos los productos lácteos pasteurizados, pues únicamente sirven para atascar sus intestinos con capas y más capas de un fango limoso que impide la absorción de los nutrientes orgánicos.
NORMA:
Elimine completamente de su dieta la leche homogeneizada y pasteurizada. Si puede encontrar leche al natural, consúmala como una comida completa por sí misma, nunca combinada con otros alimentos.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
“Lo más importante de la curación consiste en querer ser curado”. (Séneca)
“La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan”. (Henri Becque)
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• POSTRES:

• POSTRES:

Hay que evitar toda clase de postres dulces tras una gran comida, pues esta clase de alimentos combina mal con todo- Incluso las frutas frescas deben evitarse tras una gran comida, pues se acumulan en el estómago y fermentan en vez de digerirse. Si le tientan las golosinas y le apetece comer tartas, dulces y pasteles, puede darse el gusto de vez en cuando y hacer una comida completa a base de ellos. No es que así vayan a hacerle mucho bien, pero al menos si los consume solos no le provocarán tantas molestias gástricas ni producirán tantos subproductos tóxicos como si los consume después de una comida.
NORMA:
Evite los postres dulces feculentos, así como las frutas después de una gran comida a base de proteínas o hidratos de carbono.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
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.: LA CORRECTA COMBINACIÓN DE LOS ALIMENTOS

.: LA CORRECTA COMBINACIÓN DE LOS ALIMENTOS

La correcta combinación de los alimentos tiene una importancia decisiva para la buena digestión y metabolización.
Sin una digestión completa, el cuerpo no puede extraer ni asimilar bien los nutrientes ni si quiera de los más saludables alimentos. Además, la digestión incompleta y la insuficiente metabolización son las causas principales de la acumulación de grasas y colesterol en el cuerpo.
Una dieta baja en calo. rías pero compuesta por alimentos sometidos a una excesiva cocción, elaborados y mal combinados, seguirá engordándole y dejando depósitos pegajosos en sus arterias, del mismo modo que una incorrecta mezcla de combustibles deja depósitos de carbonilla en las bujías de un motor, atasca los pistones y produce gases de escape malolientes. Por otra parte, si los alimentos se combinan correctamente, no importa cuántas calorías ni cuánto colesterol contengan, porque no le harán engordar ni obstruirán sus venas ni sus órganos, especialmente si al menos la mitad de su dieta cotidiana está compuesta por alimentos crudos.
Cuando se siguen las normas de la trofología, no hace falta llevar un fanático control de la dieta, no hace falta contar calorías ni hace falta preocuparse por el colesterol. Advierta también que no existe cosa tal como un alimento que tenga un 100 por cien de proteínas o un 100 por cien de hidratos de carbono. Lo que cuenta es si las proteínas o los hidratos de carbono constituyen el principal elemento nutritivo de un alimento determinado. En términos generales, si un alimento contiene un 15 por ciento de proteínas, o más, se lo considera «alimento proteínico», mientras que un 20 por ciento o más de hidratos de carbono lo hace corresponder a dicha categoría.
Al combinar distintas clases de alimentos, no tiene mucha importancia que una comida a base de hidratos de carbono incluya una pequeña cantidad de proteínas, o viceversa, sobre todo si se acompaña con abundantes verduras crudas que proporcionan enzimas activas y masa fibrosa. En el apéndice 1, al final de este capítulo, se clasifica una extensa variedad de alimentos según las categorías de proteínas, féculas, grasas, frutas y verduras. Como esta lista claramente demuestra, existen muchísimos alimentos sanos con los que componer una comida saludable sin necesidad de recurrir a alimentos elaborados y refinados artificialmente. En el apéndice 11 se sugieren posibles menús para toda una semana.
Lo ideal sería consumir una sola clase de alimento en cada comida. Basta echar una mirada a la naturaleza para darse cuenta. Los animales carnívoros jamás consumen sustancias feculentas con la carne, aunque favorecen su digestión y de vez en cuando se purgan ingiriendo hierbas silvestres dotadas de propiedades medicinales. Los observadores de aves hace siglos que vienen comprobando que los pájaros comen insectos y gusanos acierta hora del día, y bayas y semillas en otro momento, pero nunca a la vez. ¿Por qué ha de suponer el hombre moderno que su aparato digestivo es tan distinto al de todas las demás especies?
Aunque la dieta tradicional china se basa fundamentalmente en el arroz, un atento examen de los hábitos alimenticios chinos demuestra que, hasta mediados del siglo XX, el arroz se consumía según las leyes de la trofología. Así, por ejemplo, cuando las familias chinas comen en casa, en sus platos abundan las verduras frescas y los derivados de la soja, y escasea la carne.
Cuando los chinos salen a darse un banquete en el restaurante, no suele servirse arroz, con el deliberado propósito de que no perjudique la digestión de todas las carnes, pescados y aves que siempre aparecen en los menús de fiesta. Hoy en día, empero, las modernas costumbres han alterado estos saludables hábitos alimentarios entre los chinos urbanos, para gran perjuicio de su salud y longevidad.
Allá en los años 20, antes de que el mundo moderno hubiera influido mucho en el modo de vida chino, científicos occidentales realizaron un profundo estudio comparativo entre los hábitos alimentarios de chinos y norteamericanos. Las regiones estudiadas estaban situadas en el centro y en la costa de China, en zonas rurales donde la forma de vida tradicional y los hábitos alimentarios no habían variado mucho en el curso de los siglos, pero donde una paz y prosperidad relativas permitían todas las posibilidades en la elección de alimentos. El estudio reveló que el chino medio obtenía hasta el 90 por ciento de su energía alimenticia a partir de cereales y productos derivados, con sólo un uno por ciento de origen animal y el resto de productos vegetales frescos. Una combinación de un 90 por ciento de hidratos de carbono y un uno por ciento de proteínas, complementada con las enzimas y la fibras de las frutas y verduras frescas, representa casi la más perfecta combinación dietética que puede lograrse en la práctica.
El mismo estudio se centró a continuación en los hábitos alimentarios norteamericanos, con resultados muy reveladores: un 39 por ciento de la energía alimenticia del norteamericano medio procedía de los cereales, un 38 por ciento de productos animales, y la mayor parte del 23 por ciento restante procedía de azúcares refinados. Las frutas y verduras apenas representaban una minúscula porción de la dieta norteamericana. Desde un punto de vista trofológico, resultaría difícil concebir un régimen peor equilibrado. Y, según los resultados del experimento del Dr. Pottenger con los gatos, el perjuicio de estas dietas desnaturalizadas puede transmitirse a las sucesivas generaciones.
Examinemos de cerca la Típica Comida Norteamericana que está propagando los problemas digestivos y metabólicos por todos los países del mundo gracias a las cadenas internacionales de comida rápida. Esta típica comida norteamericana se compone de una hamburguesa con queso, acompañada de patatas fritas y regada con un batido de leche un refresco dulce a base de cola- La hamburguesa con queso como, o dos clases distintas de proteínas concentradas, la carne y el queso, cima se añade un gran panecillo esponjoso de harina blanca suma- mente refinada, o sea, fécula pura. Luego viene una gran bolsa de pata- tas muy fritas, que contienen nuevas féculas concentradas más la grasa de haber sido fritas en aceite quemado- Y finalmente este disparate se engulle con un gran batido muy helado, añadiendo leche pasteurizada a las proteínas, las féculas y las grasas, además de varias cucharadas de azúcar blanco refinado para acabar de atascar completamente las tuberías. Romper una o dos leyes de la trofología en una sola comida ya es bastante malo, pero es que la Típica Comida Norteamericana rompe por lo menos seis. No es de extrañar, pues, que según un reciente estudio sanitario de ámbito nacional, realizado en los Estados Unidos y divulgado por un boletín de Associated Press en julio de 1986, el 49 por ciento de la población se quejara de dolores estomacales crónicos y diarios, molestias gastrointestinales, estreñimiento y otras perturbaciones del aparato digestivo.
La situación dietética en el mundo occidental es mucho más grave de lo que ninguna autoridad sanitaria de ningún gobierno está dispuesta a admitir. Y ello se debe en gran medida a que la industria alimentaria se ha convertido en uno de los mayores y más poderosos negocios del mundo occidental, sobre todo en los Estados Unidos, donde la industria de los alimentos elaborados está representada por uno de los más poderosos grupos de presión de Washington. La Food and Drug Administration (FDA, o «Administración de Medicamentos y Alimentos», agencia del gobierno), a la que le corresponde decidir qué alimentos pueden ser comercializados, se compone básicamente de burócratas profesionales, no de científicos nutricionales, y no realiza ningún tipo de pruebas científicas. En vez de hacerlas, basa sus decisiones en las pruebas e informes que aportan las mismas compañías que desean lanzar al mercado un producto alimenticio nuevo. La leche natural certificada es ahora ilegal en la mayoría de los estados, y los tiempos en que la gente podía acudir a un mercado al aire libre para comprar productos frescos -como sigue haciéndose en Asia y en gran parte de Europa pertenecen ya al pasado- Así es cómo los norteamericanos siguen padeciendo una de las mayores incidencias mundiales de enfermedades cardíacas, cánceres, trastornos digestivos y otras dolencias mortales.
Los hechos son los hechos, conque vamos a echar una ojeada a los siguientes -y sorprendentes-hechos sobre la dieta y la desnutrición en los Estados Unidos, compilados por científicos médicos norteamericanos y publicados por el American journal of Clinical Nutrition en su edición de marzo/abril de 1958. Un minucioso estudio comparativo entre la dieta y la salud de los mendigos de la India y los en apariencia saludables adolescentes norteamericanos reveló que en la India el consumo medio de calorías del mendigo típico era inferior a la mitad del consumo diario medio del norteamericano típico. A pesar de ello, sólo un 6,25 por ciento de los mendigos mostraban algún síntoma de desnutrición, mientras que un apabullante 75 por ciento de los adolescentes norteamericanos presentaba síntomas de desnutrición grave. Sólo un 1,25 por ciento de los mendigos de la India padecía de caries dental, frente a más de un 90 por ciento de los jóvenes norteamericanos. Conclusión: el típico mendigo de la India obtiene mayor salud de su menguada dieta que el adolescente norteamericano medio de la suya, tan «rica».
Un estudio comparable en México arrojó resultados semejantes. La edición de septiembre de 1951 de Harper's Magazine publicó los resultados de un estudio a largo plazo sobre los hábitos dietéticos de los campesinos mexicanos, dirigido por el Dr. Robert Harris del Instituto de Tecnología de Massachussetts. Según este informe, para gran sorpresa de los investigadores, estos mexicanos sumidos en la pobreza presentaban menos síntomas de deficiencias debidas a la desnutrición que los escolares de Michigan...
El análisis de todos sus alimentos realizado por el grupo del Dr. Harris demostró que los otomis (indios que habitan en el árido valle de Mesquital, al norte de la ciudad de México), al igual que los habitantes de los suburbios de Ciudad de México, obtenían cantidades casi adecuadas de todos los nutrientes, salvo riboflavina. De hecho, su alimentación era decididamente superior a la del ciudadano medio de las regiones estadounidenses de Boston y Nueva York.

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martes, 25 de noviembre de 2008

LAS ENZIMAS: LA CHISPA CULINARIA DE LA VIDA

DIETA Y NUTRICIÓN

LAS ENZIMAS: LA CHISPA CULINARIA DE LA VIDA


Otro importante principio en el Tao de la alimentación es el de elegir alimentos frescos con preferencia a los pasados, los «vivos» antes que los «muertos» y, en la medida de lo posible, consumirlos ya sea crudos o muy poco cocidos.
La mejor definición funcional de «alimento vivo» lo dio el doctor McCullum de la Universidad Johns Hopkins hace más de 50 años: «No coma nada que no pueda estropearse o pudrirse, ¡pero cómalo antes de que lo haga!». La harina blanca refinada, por ejemplo, no se estropea, mientras que sí se estropea el grano integral recién molido. De hecho, las ratas alimentadas con una dieta a base de harina blanca refinada no tardan en morir de hambre. En los Estados Unidos, los mayoristas de alimentos están empezando a adoptar la funesta costumbre de irradiar los productos frescos con poderosas dosis de rayos gamma para incrementar su duración en el comercio. Los insectos y las bacterias no atacan una manzana o una col irradiadas porque tales alimentos no son aptos para el consumo, pero la industria alimentaria sabe que las personas son capaces de comer lo que sea, debido a su ignorancia en cuestiones de nutrición.
El principal rasgo distintivo entre los alimentos vivos y los muertos es la presencia de enzimas activas en los productos frescos. Los médicos taoístas denominan Qi a este factor viviente y activo de los alimentos, y el Qi de las enzimas constituye, con mucho, el elemento más fundamental para la salud. La ciencia occidental sabe muy bien que las enzimas son unos compuestos frágiles que quedan destruidos en presencia de un intenso calor, humedad excesiva, oxígeno, radiación o productos químicos sintéticos, factores todos que intervienen en la cocción, envasado, refinado, preservación y pasteurización de los alimentos. Todas las enzimas «mueren» al ser sometidas a temperaturas superiores a los 54 °C, muy por debajo del punto de ebullición del agua (100 °C) y por debajo también de la temperatura de pasteurización (60 °C).

En las dietas tradicionales del este de Asia abundan dos clases de alimentos ricos en enzimas: los alimentos frescos en estado crudo, como frutas y verduras (y, en el caso de Japón, el pescado crudo) y los alimentos preparados para su consumo mediante un tratamiento con enzimas del hongo aspergillus, que proporciona todas las enzimas necesarias para la digestión de proteínas, hidratos de carbono y grasas.
El hongo aspergillus, utilizado en Asia desde hace siglos para la preparación de los alimentos, es sumamente rico en enzimas vitales y se usa para preparar alimentos tan nutritivos y terapéuticamente activos como el tofu (requesón de soja), la yuba (corteza del requesón de soja), el nado (brotes de soja fermentados), el miso (pasta fermentada de cebada, arroz o soja) y otros productos tradicionales. La adición de enzimas activas de aspergillus a los cereales y habas cocidos compensa las enzimas destruidas en el proceso de cocción, y el alimento resultante ya no es vuelto a cocer. Cada bocado de tofu, nado o miso proporciona al organismo una potente inyección de enzimas, la chispa alimenticia de la vida.
Actualmente, la expresión «alimento natural» se ha convertido en una etiqueta comercial de la que se usa y se abusa a discreción, encontrándosela en toda clase de productos, desde yogures pasteurizados hasta feculentas barras de dulce. Para nuestros propósitos, sólo definiremos un alimento como «natural» cuando conserva intactos todos sus minerales, enzimas, vitaminas, y demás factores nutritivos naturales, con lo cual quedan eliminados casi todos los productos calificados de «naturales» en los mercados modernos. Por otra parte, en cualquier supermercado puede encontrarse una gran variedad de productos naturales que no ostentan dicha etiqueta, como frutas y verduras frescas, carne y pescado crudos, melazas y muchas clases de nueces y semillas sin blanquear ni tostar. Incluso hay algunos alimentos deshidratados, como las ciruelas, las pasas y los dátiles, que conservan sus enzimas vitales en estado latente -si han sido secados al sol y no preservados al azufre-, y estas enzimas resultan activadas por el calor y la humedad de la boca y el estómago.
Un cuidadoso examen del funcionamiento de las enzimas nos revela por qué son tan importantes para la correcta digestión, para la eficacia del metabolismo y para la buena salud general del organismo.
Las enzimas son unos catalizadores bioquímicos segregados por el páncreas y otras glándulas y órganos. Algunas se utilizan para la digestión, mientras que otras entran en el torrente sanguíneo y eliminan los gérmenes peligrosos, las células muertas y dañadas y las toxinas. En el estómago existen unos 5 millones de glándulas microscópicas que segregan diversas enzimas necesarias para la digestión, como la pepsina. Todas las enzimas son de acción específica y se adaptan a las reacciones bioquímicas para las que están previstas con tanta precisión como una llave a su cerradura. Cuando se segregan al mismo tiempo enzimas incompatibles, debido a las señales conflictivas que resultan de combinar alimentos incompatibles, sus respectivas acciones quedan perjudicadas o neutralizadas.
Pero las enzimas son mucho más que simples catalizadores en el sentido químico convencional de esta palabra. Una de las más destacadas autoridades norteamericanas en materia de enzimas, el Dr. Edward Howell, respaldado por más de 50 años de experiencia clínica en este campo, escribió en una edición de 1979 de Healthview Newsletter:
Los catalizadores no son más que sustancias inertes. No poseen en absoluto la energía vital que hallamos en las enzimas. Las enzimas, por ejemplo, desprenden una especie de radiación mientras actúan. Esto no sucede con los catalizadores.
Al ser preguntado por las observaciones del Dr. Howell acerca de las enzimas, un médico taoísta de Taiwán contestó:
Eso es el Qi en acción. El Qi se manifiesta en este mundo como una especie de radiación invisible para las personas corrientes pero que puede llegar a ser vista con plena claridad por los adeptos avanzados que han cultivado esta capacidad. Asimismo, el Qi puede ser detectado y medido por la moderna tecnología. La radiación a que se refiere en estas «enzimas» es el Qi que liberan cuando actúan en el organismo.
Vemos aquí una notable concordancia entre las afirmaciones de destacado médico occidental y las de un taoísta tradicional.
Puesto que las dietas «civilizadas» se componen casi exclusivamente de alimentos cocidos, elaborados y artificialmente refinados, están completo desprovistas de sus propias enzimas originales. En consecuencia, el cuerpo debe producir las enzimas que necesita para digerir las enormes cantidades de alimentos muertos y pasados que el hombre moderno ingiere a diario. La mayor parte de estas enzimas debe ser producida por el páncreas, un órgano tan agobiado de trabajo e inflamado en la especie humana de hoy que actualmente no existe en el planeta ninguna otra especie que posea un páncreas tan grande en relación al peso total del cuerpo. «En proporción al peso corporal -observa el Dr. Howell-, el páncreas humano pesa más del doble que el de una vaca.» La capacidad del organismo para producir enzimas es limitada. «Cuando se llega al extremo de no poder seguir produciendo ciertas enzimas, se acaba la vida», escribe el Dr. Howell en su libro Enzyme Nutrition. Esto concuerda bien con el principio taoísta según el cual, cuando el cuerpo no puede seguir produciendo semen, hormonas y otras formas de jing («esencia vital», incluyendo las enzimas), llega la muerte. Las enzimas contienen una chispa de Qi, y por tanto es necesario absorber Qi para producirlas.
Las reservas de Qi vivo del organismo son limitadas: cuanto más de prisa se consumen, antes termina la vida. Las dietas a base de alimentos desnaturalizados y excesivamente cocidos plantean enormes exigencias a la capacidad enzimática del cuerpo, y el Dr. Howell considera que este innecesario, antinatural y constante gasto de enzimas propias es «una de las principales causas del envejecimiento precoz y la muerte prematura», así como «la causa subyacente de casi todas las enfermedades
degenerativas».
Para poder responder al consumo masivo de alimentos desprovistos de enzimas, otras partes del cuerpo -como el cerebro, los músculos, las articulaciones y los nervios- se ven crónicamente privadas de las enzimas vitales que necesitan para funcionar normalmente, presentándose todo tipo de enfermedades- Por ejemplo, hallazgos fósiles demuestran que el hombre de Neanderthal, que se alimentaba básicamente con despojos de animales chamuscados sobre el fuego de su cueva, ya sufría artritis incapacitante hace unos 50.000 años. Pero los esquimales, cuya dieta tradicional consiste casi exclusivamente en carne cruda, grasa cruda y pescado crudo, no habían sufrido nunca artritis, enfermedades cardíacas ni otras dolencias crónicas hasta que empezaron a comer los alimentos elaborados en conserva que les proporcionaron sus «civilizados» hermanos de Norteamérica. Los esquimales fueron la única nación en toda América, tanto del Norte como del Sur, que jamás conoció la tradición del «hombre de medicina» porque virtualmente nunca enfermaban. De hecho, la palabra «esquimal» procede de un viejo vocablo indio que significa «el que lo come crudo», y ahí reside el secreto de su antigua salud y longevidad.
Las dietas sin enzimas afectan al mismo núcleo de la red de «esencia vital» de nuestro cuerpo, que es el sistema endocrino. Según los descubrimientos del Dr. Howell,
Todas las pruebas indican que las dietas cocidas, desprovistas de enzimas, contribuyen a una hipertrofia patológica de la glándula pituitaria, que regula las demás glándulas. Además, se han realizado investigaciones que demuestran que casi el 100 por cien de las personas de más de 50 años que fallecen accidentalmente presentan deficiencias de la glándula pituitaria.
Las dietas a base de alimentos cocidos y privados de sus enzimas tienden a engordar, por mucho que se cuenten las calorías. Los granjeros norteamericanos descubrieron hace mucho tiempo que los cerdos alimentados con patatas crudas no engordan, mientras que una dieta de patatas cocidas los hace engordar muy rápidamente. Las enzimas activas de los alimentos crudos permiten una digestión tan eficaz que no sólo se evitan los trastornos gástricos de la putrefacción y la fermentación, sino que el cuerpo puede quemar eficazmente todas las calorías y no se acumula grasa. De hecho, gran parte de la «grasa» de las personas obesas no es tejido adiposo, sino voluminosas acumulaciones de mucosidades y desechos tóxicos que sobresalen de la pared intestinal, la papada, los ganglios linfáticos y otras partes del cuerpo donde se almacenan tales desechos. Las calorías crudas y las calorías cocidas son tan diferentes como el aire puro y el contaminado. «Mi experiencia -comenta el Dr. Howell- me ha demostrado que es imposible engordar a nadie a base de alimentos crudos, sea cual fuere el consumo total de calorías.»
Ya que a los científicos occidentales les gusta tanto comprobar sus teorías en las ratas y aplicar luego los resultados a los seres humanos, veamos qué les sucede a las ratas que se nutren de alimentos cocidos. Cuando se alimenta a dos grupos de ratas con dietas compuestas respectivamente de alimentos crudos y alimentos cocidos, el grupo alimentado en crudo alcanza una longevidad media de tres años, mientras que el grupo que consume alimentos cocidos rara vez supera los dos años de edad.
En términos humanos, eso equivaldría a unos 20 o 30 años adicionales. Los experimentos del Dr. Pottenger con gatos alimentados de leche natural y leche pasteurizada arrojan exactamente los mismos resultados. ¡Piense en ello la próxima vez que deba elegir entre una hamburguesa con patatas fritas y una fruta fresca o una ensalada! Cuando no están ocupadas en el estómago, digiriendo alimentos muertos, las enzimas del cuerpo viajan por el sistema circulatorio y protegen al organismo de toda suerte de enfermedades y trastornos tóxicos. Ésta es una de las grandes ventajas del ayuno: toda la capacidad enzimática del cuerpo puede dedicarse a «hacer limpieza», digiriendo eliminando los tejidos muertos y estropeados y ayudando a construir nuevas células. Evidentemente, si su dieta habitual consiste básicamente en alimentos desnaturalizados y desprovistos de enzimas, toda su capacidad enzimática estará constantemente ocupada en tareas digestivas, permitiendo así que en los demás tejidos se acumule todo tipo de desechos pútridos y células deterioradas, hasta llegar a una toxemia grave. Es un hecho bien conocido que los tumores cancerosos casi siempre se presentan en tejidos gravemente toxificados, como los pulmones de los fumadores, los hígados de los bebedores y los intestinos de los glotones.
A fin de compensar la escasez de enzimas causada por los alimentos cocidos, especialmente los de origen animal, el Dr. Howell recomienda tomar de una a tres cápsulas de suplemento enzimático con todas las comidas importantes, a menos que estén exclusivamente compuestas por alimentos crudos. Un poco de ensalada como guarnición no proporciona suficientes enzimas activas para digerir un bistec.
Los suplementos enzimáticos deben tomarse al empezar la comida, de forma que se hayan disuelto en el estómago antes de que lleguen los alimentos. El Dr. Howell recomienda las enzimas de origen vegetal antes que las enzimas pancreáticas de origen animal, porque «las enzimas vegetales pueden trabajar en el medio ácido del estómago, mientras que las enzimas pancreáticas trabajan mejor en el medio alcalino del intestino delgado». Cuando la comida llega al intestino delgado, el estómago ya ha realizado buena parte del trabajo digestivo, y por eso es mejor utilizar suplementos enzimáticos que se activen en el estómago.
Aunque los alimentos crudos son, con mucho, la mejor fuente de enzimas activas, existen algunas formas de cocinar ligeramente los alimentos que no destruyen por completo sus componentes enzimáticos naturales. Los tres principales factores que destruyen las enzimas durante la cocción son el calor intenso, la extremada sequedad y el largo tiempo de cocción. Así pues, los métodos favoritos de cocción en el mundo occidental -horneado y guisado- son los peores para las enzimas.
La solución de este problema es típicamente taoísta: equilibrar el excesivo Yang del calor y la sequedad con el calmante elemento Yin del agua. Esto es, aplicar el fuego para calentar agua y luego aplicar el agua caliente para cocer los alimentos, ya sea al vapor o escalfados (pero nunca hervidos). Cuando la comida se prepara al vapor o escalfada, nunca se superan los 100 "C, frente a las temperaturas de 200-250 °C que suele alcanzar un horno y las aún superiores de las parrillas de carbón o de gas.
Cocinar al vapor o escalfar reduce a la mitad el tiempo de cocción y, si bien tanto el vapor como el agua caliente destruyen las enzimas de la superficie de la comida, la humedad protege y conserva muchas de las enzimas del interior, donde no llegan las intensas temperaturas superficiales. Asimismo, estas formas de cocinar permiten prescindir de aceites y grasas, que sólo dificultan la digestión y añaden a la comida indeseables calorías muertas.
Otra forma de cocinar que conserva una parte de las enzimas de la comida es el tradicional «salteado» chino. Aunque las temperaturas son muy elevadas, el tiempo de cocción es sumamente breve -entre 30 segundos y 1 minuto, por lo general-, con lo que se evita la evaporación de todos los jugos vitales y se mantienen las enzimas encerradas en el interior de la carne y las verduras. Siempre que las verduras salteadas estén «crujientes», eso quiere decir que su estructura celular interna permanece intacta, con todas las enzimas. Las carnes cuyo interior se mantiene poco hecho o incluso sangriento también conservan parte de sus factores enzimáticos naturales.
Ni siquiera las comidas rápidas tienen por qué violar las leyes de la trofología y la nutrición enzimática.
Por ejemplo, no siempre hace falta pan para preparar un «bocadillo». En todo el sudeste asiático, la gente utiliza crujientes hojas de lechuga fresca para envolver los más dispares ingredientes, elaborando así sanas y deliciosas comidas que pueden ser consumidas «a la carrera». La lechuga combina bien con todo, y proporciona enzimas activas y fibra natural. De forma semejante, en Japón se utilizan hojas prensadas de algas secas (nori) para envolver todo tipo de ingredientes, como espárragos escalfados, lechuga o col cruda, pescado crudo, brotes de soja, cebolla picada, tomate, carne cruda picada, aguacate y otros alimentos ricos en enzimas que resultan a la vez nutritivos y deliciosos. Estos «rollos de mano» (temaki) no sólo se digieren mucho mejor y proporcionan más nutrientes que las hamburguesas y demás abominaciones culinarias, sino que también saben mucho mejor. Pruébelos, ¡seguro que le gustan!

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
“Lo más importante de la curación consiste en querer ser curado”. (Séneca)“La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan”. (Henri Becque)
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lunes, 24 de noviembre de 2008

.: ALIMENTACIÓN ADECUADA PARA LA SALUD Y LA LONGEVIDAD

LA DIETA Y LA NUTRICIÓN

.: ALIMENTACIÓN ADECUADA PARA LA SALUD Y LA LONGEVIDAD


Quienes se alimentan según las normas de la naturaleza rara vez presentan síntomas de trastornos gástricos, pero en Occidente suele darse por sentado que una comida abundante ha de provocar algún tipo de molestias gástricas, de modo que muchos occidentales tienen la costumbre de acudir al restaurante o a una cena bien provistos de antiácidos y otros medicamentos para el estómago.
A fin de orientar al lector por el camino de los hábitos alimentarios naturales y saludables que favorecen la longevidad sin sacrificar el placer de la comida, las páginas siguientes ofrecen una serie de indicaciones prácticas sobre la forma correcta de combinar y consumir los principales tipos de alimento que constituyen la dieta humana: las proteínas, los hidratos de carbono, las grasas, la fruta fresca y las verduras crudas.

Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
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CÓMO CONSUMIR LAS PROTEÍNAS

CÓMO CONSUMIR LAS PROTEÍNAS

Jehová habló a Moisés y le dijo: «He oído murmurar a los hijos de Israel. Dirígete a ellos y diles: Al anochecer comeréis carne, y por la mañana os llenaréis de pan». En otras palabras, Jehová inició a Moisés en las leyes de la trofología, al ordenarle que enseñara a su pueblo a consumir las proteínas y los
hidratos de carbono en comidas separadas. También les prohibió que consumieran carne y leche al mismo tiempo. Se trata de la más antigua y más acertada recomendación dietética de que hay constancia en la historia de la civilización occidental, pero, a diferencia de los orientales, que siguen respetando la sabiduría de sus antepasados, los occidentales rechazan las enseñanzas del pasado por
«anticuadas» y «anticientíficas». Por otra parte, como ya lo dijo un gran científico nutricional norteamericano, el Dr. Tilden, «la Naturaleza jamás ha producido un bocadillo».
Las proteínas son un alimento poderoso y exigen condiciones especiales para ser digeridas y liberar sus nutrientes. Si se desea combinar proteínas animales con otro alimento, la mejor elección son los vegeta les no feculentos, como las verduras, las coles, los brotes, etc., y conviene consumirlos crudos en forma de una abundante ensalada. Las proteínas concentradas de origen animal no deben entrar en más de una comida al día, aunque otras proteínas ligeras de origen vegetal, como el requesón de soja (tofu) pueden tomarse más a menudo. En realidad, las proteínas ligeras de origen vegetal pueden sustituir completamente a la carne en la dieta humana: entre 3/4 y 1 kilo de semillas y frutos secos crudos por semana, por ejemplo, cubren todas las necesidades de grasas y proteínas y eliminan el hambre metabólica de carne, huevos y demás proteínas de origen animal.
Cómo consumir los hidratos de carbono Los hidratos de carbono son feculentos y no deberían combinarse con ninguna proteína concentrada. Lo que mejor combina con las féculas son las frutas no ácidas y las verduras frescas crudas o ligeramente cocidas. Si le gustan las patatas, la pasta o la repostería, haga una comida completa con ellas, pero no les añada huevos, carne ni queso. La mayoría de la gente prefiere consumir su comida de hidratos de carbono como desayuno, ya sea en forma de tostada o de cereales. Incluso un estómago en perfectas condiciones necesita unas 12 horas para restaurar el equilibrio digestivo tras ingerir una combinación de alimentos incompatibles, por lo que una mala combinación en el desayuno le estropeará la digestión para el resto del día, tome lo que tome en el almuerzo o en la cena. Uno de los peores desayunos consiste en cereales secos endulzados con azúcar refinado y empapados en leche Pasteurizada. Las tostadas con mermelada son casi igual de malas. Los que muchos adultos suelen prescindir por completo del
desayuno o se limitan a tomar un café y una tostada sin acompañamiento, lo cual constituye una combinación perfectamente aceptable.
Al igual que con las proteínas, no debería tomarse más de una comida diaria a base de hidratos de carbono, y habría que evitar combinar dos féculas muy distintas en la misma comida. Ya que las proteínas y las féculas son los principales antagonistas en la trofología, lo mejor es separar las comidas en que se consumen por un mínimo de 10 o 12 horas, como el desayuno de pan y la cena de carne que Jehová recomendó a Moisés.
En el caso de las comidas feculentas, es aún más importante que con las proteínas no acompañarlas con agua, zumo de fruta, leche ni ningún otro líquido. La digestión de la fécula debe comenzar en la boca para que continúe en el estómago. Un sorbo de líquido ingerido junto con un bocado de fécula diluye tan considerablemente las secreciones salivales que la fécula llega al estómago sin haberse impregnado de la enzima alcalina tialina, con lo que se inhibe la digestión y se produce en cambio fermentación. Todos los hidratos de carbono deben ser cuidadosamente masticados y bien ensalivados antes de tragarlos.
Cómo consumir las grasas Las grasas pueden tomarse en combinación con hidratos de carbono, frutas o verduras, pero hay que evitar las proteínas concentradas. Las proteínas ligeras, no obstante, son relativamente compatibles con la grasa.
Dentro de la categoría de las grasas, evite todas las margarinas y demás sustitutos de la mantequilla, así como los aceites «hidrogenados». Los aceites vegetales hidrogenados están tratados de tal manera que, para descomponerlos, el estómago debería generar temperaturas de hasta 250 °C, lo cual quiere decir que son indigeribles. Las mejores grasas son la mantequilla y los aceites vegetales y de semillas prensados en frío y consumidos en su estado líquido.

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CÓMO CONSUMIR LAS ENSALADAS DE VEGETALES CRUDOS

CÓMO CONSUMIR LAS ENSALADAS DE VEGETALES CRUDOS

Tanto el Dr. Herbert Shelton como V. E. Irons recomiendan con insistencia el consumo diario de una gran ensalada de vegetales frescos no feculentos, de preferencia justo antes de la comida principal a base de proteínas o hidratos de carbono. Además de proporcionar enzimas activas y masa fibrosa, las ensaladas de vegetales crudos son una excelente fuente de vitaminas, minerales, aminoácidos y otros nutrientes esenciales en su forman más asimilable.
Es muy importante consumir las ensaladas inmediatamente después de trocear sus ingredientes. Los vegetales crudos cortados y desmenuzados que se dejan reposar varias horas antes de su consumo pierden rápidamente muchos de sus valiosas enzimas v demás nutrientes a causa de la oxidación.
Preste atención al tipo de aliño que usa en sus ensaladas, sobre todo cuando vaya a combinarlas con un plato a base de proteínas. Un exceso de aceite o vinagre, por ejemplo, perjudica la digestión estomacal de las proteínas.
Las ensaladas crudas son especialmente beneficiosas para los niños en edad de crecer, pues proporcionan un abundante suministro de elementos nutritivos vitales para los huesos y tejidos en crecimiento y limpian los jóvenes intestinos de los desechos tóxicos creados por el consumo de dulces y otros «alimentos basura». Aunque pueda parecerle extraño, los vegetales crudos constituyen una fuente de calcio orgánico para los huesos en crecimiento mucho mejor que la leche de vaca pasteurizada y desnaturalizada que tantos médicos y padres hacen beber a los niños para este fin. La leche contiene una gran abundancia de calcio, sin duda, pero la pasteurización lo vuelve prácticamente inaccesible para el cuerpo. Si sus hijos presentan problemas de acné, granos y otras erupciones cutáneas, y están crónicamente estreñidos, pruebe a eliminar completamente la leche pasteurizada durante algunos meses y sustitúyala por zumos frescos de vegetales crudos, sobre todo jugo de zanahoria, y juzgue usted mismo los resultados. La leche al naturales igualmente buena para eliminar los problemas de la piel, pero hoy en día resulta casi imposible de encontrar. Además, al proporcionarles una verdadera nutrición que realmente llega al torrente sanguíneo y alimenta los tejidos, los vegetales crudos y sus zumos contrarrestan eficazmente la tan difundida afición a las golosinas que afecta a los niños cuyas comidas a base de alimentos elaborados y desnaturalizados fermentan y se descomponen en lugar de ser ingeridas y metabolizadas. La afición crónica y desmedida hacia los dulces es síntoma claro de una deficiencia nutricional.

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CÓMO CONSUMIR LAS FRUTAS

CÓMO CONSUMIR LAS FRUTAS

El aparato digestivo humano evolucionó a partir de una dieta de frutas y sus parientes cercanos, las nueces y las semillas. Es un hecho biológico que la fruta fresca y los frutos secos contienen todos los minerales, vitaminas, azúcares naturales y aminoácidos necesarios para la alimentación humana.
Algunos «expertos» siguen asegurando lo contrario, aduciendo que, dado que las frutas contienen pocas proteínas per se, resultan por tanto insuficientes para mantener la salud humana. Si bien es verdad que las frutas contienen muy pocas moléculas de proteínas complejas completas, como las que se hallan en la carne y los huevos, no es menos cierto que el cuerpo no puede utilizar las proteínas completas de la carne y los huevos. Antes debe dedicar un tiempo considerable a digerir y fragmentar estas proteínas, a fin de estructurar luego sus aminoácidos y para elaborar las proteínas específicas que necesita el organismo humano. Las frutas frescas y los frutos secos proporcionan estos elementos básicos en forma de aminoácidos libres, así como todas las enzimas sinérgicas y vitaminas con que se asocian, con lo cual ahorran al cuerpo todo el tiempo, energía y esfuerzo digestivo que requieren las proteínas animales complejas.
Debido a una ignorancia de la trofología y de los rudimentos de la nutrición, se ha acusado injustamente a las frutas frescas de toda clase de crímenes alimentarios. El «experto» en nutrición Dr. William Henry Potter, en su libro Eating lo Live Long, condenó las frutas como «uno de los más perniciosos y reprensibles despropósitos dietéticos», y el Dr. Percy Howe, de la Universidad de Harvard, observó que la mayoría de la gente tiene problemas para digerir las naranjas junto con las comidas, aunque también advirtió que tales problemas desaparecían por completo cuando las naranjas se comían separadamente.
Es cierto que muchas frutas -especialmente los melones y las frutas ácidas- causan trastornos digestivos, fermentan en el estómago y proporcionan muy poco alimento cuando son consumidas indiscriminadamente con otros alimentos incompatibles.
Pero cuando se comen solas y en suficiente cantidad, las frutas frescas proporcionan todas las enzimas, vitaminas, aminoácidos y energía que el cuerpo necesita para una salud y vitalidad óptimas. También son sumamente depuradoras y
desintoxicantes, siendo éste el motivo de que mucha gente experimente diarreas y otras molestias durante las primeras semanas de una dieta exclusivamente de frutas.
El culturista sueco Andreas Cahling, ganador de los codiciados títulos de «Mister Europa» y «Míster Universo», es exclusivamente frugívoro. No come carne ni productos lácteos, ¡y ni siquiera cereales o verduras! Y aun así, su cuerpo es tan robusto y su salud tan resistente como los de sus carnívoros competidores, que se sienten en la necesidad de consumir cada día varias libras de carne, docenas de huevos y litros de leche para acumular proteínas.
El mayor error que suele cometerse al emprender una dieta exclusivamente de fruta es el de no comer la suficiente cantidad. El segundo error consiste en desechar las partes más nutritivas de la fruta. La fruta se compone principalmente de agua. Los frugívoros como Andreas Cahling, por tanto, «liquidan» media
docena de plátanos o una docena de manzanas o hasta un par de kilos de uva de una sentada. Y se comen siempre las fibras blancas entre los gajos de naranja, los corazones de peras y manzanas y la piel de las uvas, porque son las partes que contienen las enzimas más potentes y la mayor proporción de aminoácidos. Las semillas, corazones y fibras de la fruta deben masticarse bien, hasta darles una consistencia líquida.
La fruta proporciona sus mejores beneficios nutritivos cuando consume con el estómago vacío, pues buena parte de ella pasa directa- mente al intestino delgado. Pero, a menos que se alimente únicamente de frutas y zumos de fruta, debería usted limitar su consumo diario te una o dos comidas exclusivamente a base de frutas. El hecho de come- fruta o beber zumo de fruta entre comidas a base de proteínas y féculas puede inhibir considerablemente su digestión, porque el estómago aún estará ocupado digiriendo las proteínas o los hidratos de carbono cuando reciba la fruta. Asimismo, las frutas dulces y las ácidas deben comerse en momentos separados, y no se ha de endulzar ninguna fruta con azúcar o miel, porque los otros azúcares no combinan bien con la fruta.
Si toma usted hidratos de carbono para desayunar y proteínas para cenar, puede prepararse un almuerzo muy saludable a base únicamente de fruta fresca (y cruda, por supuesto). Esta costumbre es particularmente beneficiosa para los comedores de carne, ya que la comida a base de frutas proporciona enzimas activas, masa fibrosa fresca y ácidos naturales que contribuyen a eliminar los subproductos de la putrefacción del tracto intestinal y la corriente sanguínea. Como extensión de esta comida diaria a base de fruta, puede usted declarar un «día semanal de la fruta» en el que se alimentará exclusivamente de fruta fresca de la mañana a la noche.
Todo esto es mucho más fácil de poner en práctica de lo que parece. El mayor obstáculo no es fisiológico, sino psicológico. Como Walter Bahegot observó en cierta ocasión, «el dolor de una nueva idea es uno de los más intensos de la naturaleza humana... Sus ideas favoritas pueden ser erróneas; sus más firmes creencias, infundadas». Y sus alimentos favoritos pueden ser la causa fundamental de sus peores problemas. Es un hecho comprobado que a la gente le resulta mucho más fácil creer una mentira que han oído repetir mil veces que una verdad que nunca habían oído antes. Primero hay que «desaprender» los vicios dietéticos arraigados desde la primera infancia, y luego familiarizarse con los datos objetivos sobre la dieta y la nutrición. Y para ello no hay que creer en la palabra de nadie. Si se limita a seguir el Tao de la alimentación y las normas de la trofología durante unos pocos meses, su propio cuerpo le proporcionará todas las pruebas necesarias, y, a menos que no le importen nada su salud y su longevidad, no tardará en adoptar estos nuevos hábitos como una parte natural y permanente de su vida diaria.
Los regímenes taoístas no exigen una rigurosa mortificación ni aburrimiento culinario. Utilizando su imaginación y sus conocimientos de trofología, le será fácil preparar comidas compatibles, digeribles y nutritivas que resulten muy agradables al paladar. Y, ¿qué problema representa el poner de vez en cuando en la mesa algo de fruta fresca, frutos secos y semillas en lugar de cocinar un revoltillo incompatible? Asimismo, si deja la despensa vacía, estará motivado para salir con más frecuencia a comprar productos frescos y ricos en enzimas en lugar de recurrir a productos enlatados, elaborados y refinados que no le proporcionan ningún alimento y provocan numerosos trastornos en su aparato digestivo.
Por otra parte, comer aun en los más exóticos restaurantes no es ninguna excusa para cometer crímenes culinarios contra su organismo. Puede encargar un menú perfectamente equilibrado y trofológicamente compatible en casi cualquier restaurante que prepare la comida al momento. Eso, desde luego, excluye a todos los establecimientos de comidas rápidas, donde ésta se prepara con mucha antelación a partir de productos elaborados. Pero en un restaurante italiano puede solicitar una buena comida a base de hidratos de carbono compuesta por un plato de pasta con salsa de tomate (sin queso ni carne, por favor) y complementada por una abundante ensalada vegetal. En un restaurante especializado en carnes puede pedir un gran bistec, si le apetece, pero prescinda del pan, solicite que le sirvan la carne muy poco hecha y compleméntela con una ensalada del tiempo. Si se encuentra ante un gran buffet cargado con toda clase de postres tentadores que usted sabe no podrá resistir tras los platos principales, pues prescinda de los platos principales y cómase dos o tres postres, tras preparar su estómago con las enzimas y la fibra de una buena ensalada. Donde hay una voluntad, hay un camino, y ahora que ya conoce el Camino, todo depende de su voluntad de practicarlo.

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domingo, 23 de noviembre de 2008

El ALIMENTO COMO MEDICINA

LA DIETA Y LA NUTRICION

El ALIMENTO COMO MEDICINA

Sun Ssu-mo, el médico taoísta de la dinastía Tang que supo diagnosticar y curar el beriberi (enfermedad debida a una deficiencia nutricional) hace 1.300 años, casi un milenio antes de que los médicos europeos llegaran a las mismas conclusiones en 1642, escribió en su obra Recetas preciosas:
Un médico verdaderamente bueno descubre primero la causa de la enfermedad y, cuando la ha encontrado, trata de curarla mediante la alimentación. Sólo cuando la alimentación fracasa receta medicamentos.
Hipócrates, el padre de la medicina occidental, compartía el mismo parecer cuando advirtió a sus estudiantes, «que vuestro alimento sea vuestra medicina», pero los médicos occidentales contemporáneos parecen haber olvidado tan sabias palabras, así como las del célebre Dr. Charles Mayo, uno de los más destacados médicos norteamericanos del siglo XX:
La resistencia normal a la enfermedad depende directamente de uña alimentación adecuada. La resistencia normal a la enfermedad no sale nunca de un frasco de píldoras. La adecuada alimentación es la cuna de una resistencia normal, el terreno de juegos de una inmunidad normal, el taller de una buena salud y el laboratorio de una larga vida.
La terapia nutricional era antes parte habitual de la práctica médica occidental, pero los médicos occidentales convencionales de la actualidad ni siquiera se interesan por los hábitos dietéticos de sus pacientes a la hora de establecer un diagnóstico, ni les proporcionan consejos dietéticos junto con los potentes fármacos sintéticos que tan despreocupadamente recetan.
Un comité federal de investigación nombrado por el Consejo Nacional de Investigaciones y presidido por el Dr. Myron Winick, director del Instituto de Nutrición Humana de la facultad de medicina y cirugía de la Universidad de Columbia, informó en julio de 1985 que las escuelas de medicina de los Estados Unidos no proporcionan a sus estudiantes ni la más rudimentaria información sobre terapia nutricional, a pesar de la creciente comprensión de su importancia por parte del público en general. De hecho, las seis principales causas de muerte prematura en los Estados Unidos de hoy se han podido relacionar con factores dietéticos: enfermedades cardíacas, cáncer, apoplejía, diabetes, arteriosclerosis y cirrosis hepática.
Un cambio radical en los hábitos dietéticos norteamericanos conllevaría un poderoso impacto preventivo contra estas enfermedades mortales, pero eso exigiría una tremenda revolución en las lucrativas industrias médica, farmacéutica y alimenticia.
Según el informe del Dr. Winick, «la orientación filosófica del cuerpo docente de numerosas escuelas de medicina norteamericanas todavía no concede tanta atención al campo de la medicina preventiva como a los de diagnóstico y de tratamiento». La raíz de la medicina preventiva se halla en la alimentación y la terapia nutricional, no en la farmacología o la cirugía, y el enfoque preventivo de la medicina exige que sea el paciente, no el médico, quien desempeñe el papel principal. ¡No es de extrañar, pues, que la clase médica norteamericana se oponga tan tenazmente a esta amenaza contra su multimillonaria industria! para que el lector se haga una idea de la eficacia con que diversos alimentos corrientes pueden ser utilizados como medicamentos preventivos y curativos, expondremos a continuación las propiedades de tres de los más poderosos alimentos terapéuticos: el ajo, la uva y las cerezas. En el apéndice III se incluye una lista exhaustiva de los alimentos medicinales, clasificados según las enfermedades que pueden curar.

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