BENEFICIOS DE IMMUNOCAL

viernes, 28 de noviembre de 2008

EL MENÚ DE LA MADRE NATURALEZA

DIETA Y NUTRICIÓN

EL MENÚ DE LA MADRE NATURALEZA

Al formular unos principios dietéticos personales, conviene determinar antes a cuál de los siguientes tipos metabólicos básicos se pertenece: al vegetariano, al carnívoro o al equilibrado. Los tipos vegetariano y carnívoro engloban aproximadamente un 25 por ciento de la población cada uno, mientras que el 50 por ciento restante corresponde a la categoría equilibrada. Estos tipos metabólicos humanos proceden de la prehistoria, de la época en que algunos segmentos de la especie humana pasaron de una dieta a base de frutas y nueces a una dieta de carne.
Los metabolismos vegetarianos son de «oxidación lenta», lo cual quiere decir que queman lentamente los azúcares e hidratos de carbono. Puesto que el cuerpo humano necesita quemar azúcares a fin de obtener la energía suficiente para digerir las carnes y las grasas, a los individuos de oxidación lenta les cuesta quemar azúcar lo bastante de prisa para digerir eficazmente grandes cantidades de carne, huevos, pescado y otras proteínas animales concentradas. Por lo tanto, las grandes dosis de alimentos proteínicos hacen que los individuos del tipo vegetariano se sientan torpes y cansados después de comer. Un modo fácil de averiguar a qué tipo metabólico pertenece cada uno consiste en comerse un gran bistec o un pollo entero y ver qué tal se siente uno luego. Si queda usted «aplastado», mentalmente deprimido y letárgico, es probable que tienda hacia un metabolismo de oxidación lenta, tipo vegetariano, en cuyo caso debería limitar su consumo de proteínas y grasas animales y atenerse a una dieta a base de frutas, verduras e hidratos de carbono. Si tras ingerir una gran cantidad de proteínas animales concentradas se encuentra usted rebosante de fuerzas, vital y mentalmente despejado, es probable que tienda hacia un metabolismo carnívoro de oxidación rápida.
Dado que los metabolismos carnívoros queman los azúcares e hidratos de carbono con gran rapidez, el consumo inmoderado de azúcar o féculas tiende a volverlos excesivamente nerviosos y agitados, debido a la sobre estimulación del sistema nervioso. Los individuos de este tipo obtienen la energía digiriendo grandes cantidades de grasas y proteínas animales, que pasan al hígado para ser convertidas en glucógeno. A continuación, el hígado envía el glucógeno a la corriente sanguínea en forma de glucosa -el único combustible que el cuerpo es capaz de quemar- en dosis medidas y graduales, según las necesidades. Por eso los metabolismos de oxidación rápida necesitan un suministro regular de grasas y proteínas y deben restringir su consumo de azúcares y féculas.
Por fortuna, la mayoría de nosotros posee un metabolismo equilibrado capaz de admitir ambas clases de comida cuando están correctamente combinadas. Aunque nuestro canal digestivo fue originalmente diseñado por la naturaleza para una dieta de frutas y verduras, nuestro sistema digestivo ha evolucionado y es capaz de producir los jugos gástricos necesarios para digerir la carne que pasó a formar parte de la dieta humana hace 50.000 o 100.000 años. Si grandes cantidades de proteínas
animales no le dejan agotado, y si grandes dosis de azúcares y féculas no le hacen sentir nervioso, es probable que tenga usted un metabolismo equilibrado que sólo debe preocuparse de elegir alimentos saludables de ambas categorías y de combinarlos correctamente. En el Tao de la alimentación, empero, éstos constituyen únicamente los primeros pasos para la regulación de la dieta. La temporada y el clima, por ejemplo, también son factores a tener en cuenta, para equilibrar el extremado frío exterior del invierno con el calor interior de los alimentos Yang, mientras que el calor del verano se compensa mediante alimentos Yin refrescantes, los climas secos con alimentos «húmedos», etc. El consumo de alimentos que no estén en armonía con el clima y la estación puede dar lugar a toda clase de problemas, tales como erupciones cutáneas, estreñimiento, gases, fatiga y halitosis.
Los taoístas tienden a elegir los productos locales, porque es mucho más probable que sean frescos y rebosen con la vitalidad de su propio Qi. Hoy en día, la moderna industria alimentaria y los transportes de alta velocidad permiten comer naranjas de Florida en Alaska, gambas congeladas en mitad del desierto y todo tipo de «comida basura» procesada y envasada en cualquier lugar del planeta, a cualquier hora del día o de la noche. En consecuencia, las dietas modernas están completamente desacompasadas con las condiciones naturales de geografía, estación y las fuerzas cósmicas invisibles.
Los taoístas también procuran ingerir alimentos que presenten una afinidad natural con sus órganos más débiles y con los correspondientes sistemas de energía. Los regímenes taoístas tratan de fortalecer los cuatro principales aparatos del organismo: el digestivo, el excretor, el respiratorio y el circulatorio.
Cuando estos cuatro sistemas funcionales están correctamente alimentados, armonizados y sanos, la salud y la vitalidad de todo el organismo están garantizadas.
Uno de los principales objetivos de las dietas taoístas es el de aumentar la potencia sexual mediante la estimulación de las glándulas sexuales y el fortalecimiento de los órganos sexuales. El fin último no es el de incrementar el placer sexual -aunque ello represente un indudable beneficio adicional- sino más bien el de aumentar las reservas de hormonas, semen y otras formas de «esencia vital» necesarias para optimizar la vitalidad y la resistencia a las enfermedades. La esencia sexual constituye nuestra mayor fuente interna de Qi, y la potencia sexual es un importante indicador de una buena salud.
Puesto que la carne suele entrar en gran cantidad en las dietas occidentales, no estarán de más unas cuantas indicaciones taoístas respecto al consumo de la misma. El gran médico Sun Ssu-mo, de la época Tang, y otros dietistas taoístas han advertido siempre contra los efectos nocivos que a la larga conlleva el comer grandes cantidades de carne de animales domésticos, como el buey y el cerdo. La única carne doméstica que consideraban saludable e inofensiva para el organismo humano era la de perro, y eso únicamente por su poderoso efecto calorífico durante el intenso frío de mediados del invierno. El motivo de que los animales domésticos sean tan poco recomendables para el consumo humo radica en que sus propias dietas se componen principalmente de sobras de cocina, basura y paja seca. En la actualidad, la situación es aún peor, debido a todas las hormonas sintéticas, antibióticos y demás drogas que se añaden rutinariamente al pienso del ganado.
Los taoístas han recomendado siempre la caza silvestre como el tipo de carne más beneficioso para el consumo humano. El venado es especialmente bueno, sobre todo porque los ciervos se alimentan de toda clase de hojas, bayas, cortezas, nueces silvestres y otros vegetales que entran en la farmacopea china por sus propiedades curativas. Los beneficios de la dieta de un ciervo salvaje se transmiten naturalmente a quien ingiere su carne, del mismo modo que todos los productos químicos y medicamentos que hoy en día se inyectan al ganado pasan también a su propio organismo cuando consume usted una hamburguesa o un pollo frito.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que incluso la más fresca carne de caza silvestre proporciona muy escasos beneficios nutritivos cuando se la cuece «a muerte». Cualquier carne apta para el consumo humano debería ser comida lo menos cocida posible, a poder ser cruda o, al menos, parcialmente cruda.
El steak tartare y el carpaccio son buenos ejemplos de platos de carne cruda, deliciosos y al mismo tiempo rebosantes de sus propias enzimas naturales. El sashimi japonés (pescado crudo) es todavía mejor; en realidad, el sashimi es probablemente la fuente de proteínas animales más nutritiva, rica en enzimas y naturalmente digerible de todo el menú de la Madre Naturaleza, hecho que se refleja en la longevidad del pueblo japonés. Los taoístas recomiendan siempre el pescado procedente de ríos y mares antes que el pescado doméstico criado en piscifactorías a base de «comida para peces».
El mismo principio se aplica también al pollo. Aún hoy, los médicos chinos siguen recomendando a sus pacientes que consuman únicamente pollos tu ji («pollos de tierra») y eviten los yang ji («pollos cultivados »). Los pollos de tierra son aquellos que vagan libremente por campos y bosques buscándose ellos mismos la comida, en vez de alimentarse con las dietas artificiales y desnaturalizadas de las granjas avícolas.
Para evitar la putrefacción, facilitar la digestión y favorecer una rápida eliminación de los desechos, todas las comidas cuyo principal componente sean las carnes cocidas deberían complementarse con una dosis de enzimas proteolíticas activas, que hoy en día se encuentran fácilmente en los establecimientos de comida naturista y de régimen.
Para favorecer los principios digestivos naturales, en vez de entorpecerlos, basta con observar las siguientes indicaciones dietéticas básicas:
• Coma con moderación y disfrutará de una vida larga y saludable. La medida taoísta básica consiste en comer hasta sentirse lleno en un 70 u 80 por ciento. La Madre Naturaleza castiga invariablemente a los glotones con toda suerte de desgracias. El cuerpo humano es sencilla- mente incapaz de aprovechar las enormes cantidades y complejas combinaciones de comida con que el hombre civilizado y sedentario tiende a atiborrarse cada día.
• Mastique bien la comida antes de ingerirla. Esto se aplica sobre todo a los hidratos de carbono, que necesitan ser previamente digeridos por la ptialina, una enzima alcalina que se encuentra en la saliva. El consejo de Gandhi a este respecto tiene ecos de sabiduría taoísta: «Bebe tu comida y mastica tus bebidas», lo cual quiere decir que los alimentos sólidos deben masticarse hasta que adquieran una consistencia líquida antes de ser tragados, mientras que los líquidos deben ser ingeridos tan lentamente como los alimentos sólidos.
• Evite los alimentos y bebidas cuya temperatura sea extremadamente fría o caliente. Una sopa excesivamente caliente, por ejemplo, irrita la delicada mucosa del paladar y del esófago, lo cual perjudica la salivación y la peristalsis. Uno de los peores crímenes digestivos es el de beber durante las comidas agua con hielo u otros líquidos helados. Tales bebidas frías, al llegar a un estómago lleno de comida, provocan el cierre por contracción de los minúsculos conductos que secretan los jugos gástricos, con lo que interrumpen la digestión y desencadenan la putrefacción y la fermentación del bolo alimenticio. Cuando la temperatura del estómago se normaliza de nuevo, ya es demasiado tarde para iniciar una digestión correcta. De hecho, cualquier bebida que se ingiera en grandes cantidades junto con la comida diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión.
El vino y la cerveza, empero, constituyen excepciones a esta regla, porque son bebidas fermentadas (es decir, predigeridas) que, al ser tomadas en cantidad moderada, contribuyen a facilitar la digestión.
Incluso la Biblia aconseja «tomar un poco de vino por el bien del estómago».


Recuerden:
“La primera riqueza es la salud”. (Ralph Waldo Emerson)
“La mejor medicina es un ánimo gozoso”. (Salomón)
“Que tu alimento sea tu única medicina”. (Hipócrates)
“Lo más importante de la curación consiste en querer ser curado”. (Séneca)“La libertad y la salud se asemejan: su verdadero valor se conoce cuando nos faltan”. (Henri Becque)
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